lunes, 7 de diciembre de 2015

Cita a mi amor

Y la noche intransigente hiela sus dedos, Aquiles. Escapando de la penumbra: salir con el viento y la idea de que algo lo está esperando de la otra orilla, de alguna orilla aunque nunca lo haya mojado el agua. Aunque no haya río capaz de separar una caricia tan tibia que se licúa con un beso por la tarde. Aquiles, a pesar de que nunca lo haya mojado el viento y la sorpresa no sea sorpresa porque quizá siempre estuvo en el río, o en alguna orilla pero siempre en el río. 

Un sueño quizá pueda dar sentido a la sinestesia, un sueño en el que Aquiles se dejaba llevar por el agua sin mojarse con el viento y la luna lo contemple finalmente en la otra orilla. Y si era un sueño y Aquiles podía despertar entonces cobraría sentido esa brisa fría que lo cubría y helaba sus dedos secos, esa humedad tan torpe que lo amenazaba zumbante. Avanzaba el héroe con pesados movimientos para abrirse camino entre el viento, luchando contra la corriente. Y si era un sueño? Y si despertaba antes de llegar a la otra orilla, a alguna orilla?Y si lo único que lo mantenía dormido o le daba fuerzas para atravesar el viento era la ninfa? Aquiles inercia. Aquiles preguntas. Aquiles no se moja. 

Un golpe repentino lo colocó sobre un colchón de hojarasca, sintió sus párpados que se abrían pero una luz blanca impregnada de ese acorde tan familiar lo cegó por un lapso digno de eternidad. Sus ojos monedas, sus dedos mostrando en las yemas unas arrugas tan húmedas que el frío de su cuerpo y la sangre que corria por sus labios, su cuello, la hojarasca, regalaban una escultura idilica. Pero una ninfa que sabe nadar puede escapar con la velocidad que alguna vez tuvieron esos pies fríos.

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